El directivo tiene una serie de colaboradores que le reportan, y sobre los que tiene un impacto en función de su comportamiento, asumiendo una influencia determinante en el ambiente de trabajo. Se calcula en las mediciones del clima laboral que más de dos tercios del clima en un equipo lo genera el abanico de conductas del jefe directo de éste.
Existe una estrecha relación entre razón y emoción en las personas y en los equipos. Son las emociones, y no las ideas, las que se contagian entre los miembros de un equipo. Un jefe "tóxico" consigue reducir la capacidad de un equipo a gran velocidad, a través del "contagio" de emociones destructivas. Sólo un directivo equilibrado consigue que sus colaboradores den lo mejor de si mismo.
En términos de influencia, el jefe directivo es decisivo para el aprendizaje (más del 90% del desarrollo profesional no tiene lugar en las aulas, durante los cursos de formación, sino en el trabajo del día), para la rotación (las personas no se van de las compañías, se van de sus jefes: el 70% de los profesionales que abandonan voluntariamente un proyecto empresarial lo hacen por una mala relación su jefe directo) y para la atracción del talento (la entrevista con el futuro jefe es, cada vez más, el determinante de que una persona acepte o no su puesto de trabajo).
" El destino más elevado del individuo es servir más que gobernar." Albert Einstein.
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